Si una palabra puede definir los últimos 12 meses, sería “incertidumbre”. Hemos vivido una etapa de incertidumbre constante, desde quién será el candidato Republicano a la Casa Blanca hasta qué hará Trump ahora que quiere renegociar el TLCAN. Esta incertidumbre ha alentado la inversión, depreciado nuestra moneda e incrementado nuestra inflación. La incertidumbre que nos agobia ahora es qué será de pobre México cuando Estados Unidos se siente a negociar el tratado de libre comercio que ha creado un intercambio de más de 500 mil millones de dólares al año entre los dos países. Se habla de las exportaciones de autos, televisores y aguacate y las importaciones de maíz y maquinaria. Pero el riesgo (y la oportunidad) más grande que tenemos está en algo que nos afecta a todos los mexicanos: el gas natural.
Un arancel en exportaciones de autos afectaría una industria enorme en México. Se perderían miles de trabajos y tendríamos un periodo de ajuste mientras encontramos otros mercados (Europa, Brasil) a quien venderle nuestra producción. Si Trump detuviera exportaciones de gas natural a México o aplicara un impuesto sustancial sobre las mismas, entraríamos en lo que pudiera ser la peor crisis que ha enfrentado el país. La razón de esto es que poco a poco hemos incrementado nuestras importaciones de gas natural de nuestro vecino. En los últimos años esta tendencia se ha acelerado, duplicando nuestras importaciones en los últimos dos años. Nuestra industria depende de este hidrocarburo para trabajar, y todas nuestras casas, oficinas y edificios lo requieren para tener electricidad. La CFE genera el 75% de la luz con gas natural, y el 50% del gas natural en México es importado de EEUU. Un corte a las importaciones de gas natural causaría apagones y paros, frenando nuestra economía.
En cualquier negociación es importante saber qué quieres ganar y qué no quieres perder. México el día de hoy no puede perder las importaciones de gas natural. Esto nos pone en una posición mucho más débil que la dependencia en exportaciones a EEUU, una dependencia que puede minimizarse incrementando relaciones con otros países. Los ductos que importan gas de EEUU tardaron años en planearse y construirse y hoy en día desafortunadamente no podemos vivir sin ellos.
Esta debilidad que podría ponerse en juego en las renegociaciones del TLCAN ya nos está afectando. En el último año el precio de electricidad para la industria se ha duplicado. Tarifas comerciales y residenciales pagan hasta 40% más que el año pasado. Un aumento en el precio del gas o en el valor del dólar incrementa los costos de todos nuestros productos, y ese dinero adicional se sigue yendo a EEUU.
Hay diferentes maneras de resolver este grave problema. Muchos abogan por buscar yacimientos de gas natural en México y explotarlos. Generar nuestra propia economía de gas e hidrocarburos para reducir nuestra dependencia del mercado internacional. Empresarios quieren convertir a Monterrey en el Houston de México: una ciudad que reúne capital financiero y humano para crear un boom económico a partir de la explotación de hidrocarburos. Podemos copiar a nuestro vecino y seguir el camino que han trazado para tener independencia energética. Es lo seguro y es lo fácil: copiar el trabajo de alguien más. La otra opción no es tan fácil: requiere innovar, reinventar, salir de la sombra de los americanos y crear nuestro propio camino.
México tiene la capacidad de generar el 100% de su consumo eléctrico por medio de fuentes renovables como lo son la energía solar, energía eólico, energía hidroeléctrica y geotérmica. Podemos ser seguidores de Estados Unidos y explotar un recurso limitado que cada vez se vuelve más caro de explotar, o podemos ser líderes y generar nuestra electricidad por medio de fuentes inagotables, limpias y que hoy en día son más económicas. Crear nuestro propio camino por medio de renovables cuesta más trabajo y es más riesgoso, pero nos asegura un futuro independiente, limpio y sin incertidumbre. No más contaminación, no más variaciones en costos de luz, no más dependencia de EEUU.
Hemos tenido que sufrir insultos y faltas de respeto por Trump para despertar como país y darnos cuenta que si no nos salimos del pozo, nadie nos va a sacar. Estamos incrementando nuestro apoyo a las industrias mexicanas, volteando hacia adentro para soluciones en vez de hacia afuera. Por el lado de la energía seguimos muy mal. Cada que pagamos nuestro recibo de luz estamos pagándole a Estados Unidos por su gas natural (a un ritmo de $100mil millones de pesos al año y creciendo). De cierta manera cada que pagamos nuestro recibo estamos apoyando que se desarrollen más ductos, que se importe más gas, y que dependamos más de un hidrocarburo con precios muy variables. Tenemos la opción de detener ese círculo vicioso. Es una realidad que podemos generar nuestra propia energía económica en casas y negocios y podemos fomentar el uso de las energías renovables. Entre más renovables haya, menor será su costo y mayor cantidad de renovables podremos utilizar. El círculo vicioso de nuestra adicción al gas natural se puede convertir relativamente fácil en un círculo virtuoso que nos posicione como líderes en el desarrollo de energía renovable. Lo único que tenemos que hacer es cambiar de energía.